lunes, 28 de febrero de 2011

Pido a gritos un nombre

Pesando las alas del cielo,
me encontré hurgando
un sin fín de viles estrellas,
pasivas,
macabras,
alusivas al reino del sueño,
del susto,
del ayer...

Aquí hay una caja de fósforos
abierta de par en par
sobre el trayecto del paso obligado
por la esquina de tus ruinas,
(y de las mías),
hay una bolsa de estrellas
parafraseando al miedo
y tus "mientras"
acicalando el loco abismo del mar.

Los veo a todos
mordiéndose los dientes,
llevandóse el pelo a la boca,
las uñas al piso,
el orgullo a la basura.
Los veo aumentando el pulso,
rumeando los pueblos,
martillando los cinco claveles oxidados:
dos menos uno
serán promesa.

Yo sé que no puedo acercar un verso
a esos quince crepúsculos dorados
que custodian tu mal:
juro que de poder,
haría un sismo de plata
en las verdes retinas
que ocultan tu entierro.
Aquí y allá todo es relativo:
las causas,
los cuentos,
los días de alquitrán.

Yo sé,

que no puedo
,ahora,
llevarte de paso
a las camas absurdas que rocían el sol
Sé que no puedo
más que herir el alma
de las vírgencitas apresadas aquí:
hay muchas loables mentiras
muchos cruceros de risas,
muchos de esos callados volcanes
estallando en la cripta
de otro volcán.

Son tantos los muertos que acuden a mi entierro...
No creo ser el único capaz
de sortear los números del alma
a las puertas del "¿te irás?".

Mientras las lluvias abrazan tu nombre
yo sigo apresando recuerdos:
me quedan menos cuerdas que ayer.
Hoy son delgadas,
finitas,
volubles.
Todas tienen aires de grandeza,
se escudan en el tiempo
en las trampas que deja la belleza,
la que te come,
la que te envidia,
la que te asfixia.

Me quedo con el cuello del ficus
que heriste en la correa,
la del viejo suicida,
y el loco maniatando rubores.

Te amo:
de ser,
será...

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