jueves, 29 de julio de 2010

Presidio

Sabrás...
hay noches ociosas
en que vienen los grillos en patota
a ponerle los puntos al silencio,
a decirnos,
a tocarnos,
a pedirnos...
a pedirnos expresión
y explicación,
a mostrarnos las esquinas
dónde solíamos escondernos
de los brujos,
de los osos,
de los ojos...

Sé muy bien
que las piezas encastran,
que los bosques
van volviendo al invierno,
pero siempre estás atónita
y radiante.
La vida te pasa por el cielo
se te arrasta por el suelo
se trepa a tus costillas
te rompe las pupilas,
te besa los te quiero.
La vida te sonríe de frente
se te arrima al quizás
al tal vez,
te provoca sellos suicidas,
parodias muertas
recetas de vino y licor.

Nada parece ser dueño de tus agonías,
nada parece quitarte el sueño,
nada parece estropearte el limbo,
la casa,
los sueños,
el suave respirar...

Sin embargo,
a mí me vuelven las mismas figuras,
los mismos trazos
el mismo sabor.
Esos signos,
tan míos,
tan tuyos,
esos hilos de voz,
esos pájaros ahumando el viento.
Todas esas luces,
todas esas sombras,
todos esos lentos y agobiantes misterios
que escarban el cráneo del búho,
que comen los restos del cuerpo,
que añidan en horas perdidas
y en resquicios del ayer...

Si vieras detrás de la ventana...
hay tantas monedas rotas...
y tanta velocidad...

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