Yo también me equivoco
Sí...
Yo también me equivoco.
Me equivoco en buscarles alas,
en llamarlos desde el suelo,
en orarles desde el sol.
Me equivoco en tardes maestras,
en noches en vela,
en trenes y veredas muertas
sin salidas ni gas-oil.
Equivoco el rumbo, las manos.
Equivoco los nombres
y los rostros,
los señuelos,
los "trapitos al sol".
Me equivoco de silla, de mesa.
Me equivoco en calles desiertas,
en luces de plata,
en juegos de balón.
Me equivoco de cine, de cita.
Sí...
Me equivoco con vos.
Me equivoco
y TE equivoco:
te creo guardián de guaridas,
disfraz de misterio,
proeza de señor.
Te creo Adán de cosquillas,
lucero de bueyes,
pecera de ayer.
Ahora caigo
demoliendo verbenas,
fabricando un nido,
un subsuelo,
y un tal vez.
Difícil, ciega y eficaz
te hace la ignorancia
comer,
morder,
triturar tus sales dormidas.
Hacia un lado del verso,
hacia el otro del cuento,
hacia el centro de tu inequidad.
Son todas precisas coordenadas
para hacer de tus "quiero"
un cuadro mendigo de ser,
Sí,
de SER...
Se es en la tierra,
se vive en el mar,
se ama y se funde, uno,
en el cielo,
en la oscuridad...
Adivino tu sonrisa burlona,
tu gesto sin sospechar.
Tu caída en la luna,
tu cometa encendido:
tu proeza de niño malo
sin ánimos de libertad.
Preso y esclavo (eterno)
de tus niños,
de tus uñas,
de tu entrada en juego a las pistas
del Señor que controla y domina
tu lento y acabo suspirar.
Lo escondés de las hadas,
lo sé.
Sufrís el miedo del poder,
el juicio de los justos,
el beso del rey.
Ese rey que te devora
(auténtico y sin piel)
Te come poquito a poco.
Te desfigura frente al espejo,
y no lo ves.
No lo ves como YO lo veo,
y eso tampoco lo ves.
No lo viste como YO lo ví
y si lo hiciste
te dejó el cuello bastante fruncido,
ruiseñor...
Hay algo que en esta vida
no se pierde:
Una cosa es el valor.
Otra cosa es el sabor.
¿Sabor a qué tienen tus cuencas?...
Ya ni siquiera lo sabés.
Yo ni siquiera lo presiento.
Serás vos actor de tus derrotas,
jinete de tus huesos,
volcán y orificio de tu placer.
Seré yo,
quien camine el Himalaya
con rugidos y soplidos de MI piel,
con un poco más de bello
en estas casas mal tratadas,
con un poco más de suerte
en la misa del querer.
Sabrás distinguir, separar,
la sal
de la locura,
Lejos de allí estaré yo
para hacerte honores.
Me saben a conserva
los brazos sin ley.
Me sabe a lujuria
la risa sin comer.
Soldado de huertos civiles:
espero que sepa
comer sin cuchara
y vivir sin estragos,
porque la noche es bastante llorona
como para hacer de ella
una escena de billar,
y a usted le faltan
varios puntos en sus Comarcas
y un accidente
sin domesticar:
que yo también me equivoco
y usted, de eso,
nunca se va a percatar.
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