miércoles, 23 de diciembre de 2009

"El mundo como supermercado" Michel Houellebecq (fragmento)

Esto lo encontré por casualidad navegando, cual marino sentado a la orilla del bote y abriendo su mano: cinco milagros con perfecta desimetría peinando los libres tumultos de agua que sueñan ser infinito.

Se trata de un fragmento escrito por Michel Houellebecq, un escritor francés que se ha encargado de describir de manera, cuasi perfecta (con una trama social y psicológica, hermanos inseparables), el devenir del sujeto en la post-modernidad.

En estos tiempos de crisis de identidad, de sentirse extraño en medio de tantas sonrisas y objetos que garantizan la eternidad, Houellebecq analiza el impacto de la publicidad y la informática en lo que refiere a la pérdida (cada vez más intensiva) del Sujeto como actor en sociedad y la resistencia del libro a ser devorado por un sistema que, paradójicamente, sin encargarse se encarga de trazar un camino que no se entrecruza pero critica en forma constante, los vacíos de sentido que en él existen.

No soy el mejor (ni quiero serlo) comentarista de libros (en este caso, texto), así que me tomé el atrevimiento de guardar ciertos fragmentos como quien lleva perfume en su valija para desparramar en medio de un salón. El pefume enamora los bellos. La lectura enamora a la piel.

" La lógica del supermercado induce forzosamente a la dispersión de los sentidos; el hombre de supermercado no puede ser, orgánicamente, un hombre de voluntad única, de un solo deseo. De ahí viene cierta depresión del querer en el hombre contemporáneo; no es que los individuos deseen menos; al contrario, desean cada vez más; pero sus deseos se han teñido de algo un tanto llamativo y chillón; sin ser puros simulacros, son en gran parte un producto de decisiones externas que podemos llamar, en sentido amplio, publicitarias. No hay nada en esos deseos que evoque la fuerza orgánica y total, tercamente empeñada en su cumplimiento, que sugiere la palabra "voluntad". De ahí se deriva cierta falta de personalidad, perceptible en todos los seres humanos. "

" Es como si, en la conversación corriente, la expresión directa de un sentimiento, de una emoción o de una idea se hubiera vuelto imposible, por ser demasiado vulgar. Todo tiene que pasar por el filtro deformante del humor, un humor que termina girando en el vacío y convirtiéndose en trágica mudez "

" La literatura es un arte profundamente conceptual; en realidad, es el único. Las palabras son conceptos; los tópicos son conceptos. Nada puede afirmarse, negarse, relativizarse, de nada se puede uno burlar sin ayuda de los conceptos y las palabras. De ahí la sorprendente robustez de la actividad literaria, que puede negarse, autodestruirse o decretarse imposible sin dejar de ser ella misma. Que resiste a todos los abismos, a todas las desconstrucciones, a todas las acumulaciones de grados, por sutiles que sean; que simplemente se levanta, se sacude y vuelve a estar vivita y coleando, como un perro que sale de un estanque. "

" La publicidad instaura un superyó duro y terrorífico, mucho más implacable que cualquier otro imperativo antes inventado, que se pega a la piel del individuo y le repite sin parar: "Tienes que desear. Tienes que ser deseable. Tienes que participar en la competición, en la lucha, en la vida del mundo. Si te detienes, dejas de existir. Si te quedas atrás, estás muerto." Al negar cualquier noción de eternidad, al definirse a sí misma como proceso de renovación permanente, la publicidad intenta hacer que el sujeto se volatilice, se transforme en fantasma obediente del devenir. Y se supone que esta participación epidérmica, superficial, en la vida del mundo, tiene que ocupar el lugar del deseo de ser "

... Excelente ...

Agradezco al blog de Carlos Chaouen por haber publicado eso que a su vez fue extraído de aquí (http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/desarraigo.html)

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