Silencio...
¿Y quién determina los valores o la unidad de medida que define un exilio?... Yo soy un exiliado sentimental: hay una distancia (no muy certera) entre mi cuerpo y mi alma. Hay cosas que puedo cambiar, hay otras en que sólo me resta esperar, y te veo y me quedo mudo de hablar, no porque esté mi galera y mis manos secas o llovidas de magia, sino porque quiero sentir tu mejilla cosquillear en la mía, a tus manos recorrer mis heridas sabiendo que no podés abrir más grietas de las que hubo, que si quisieras cruzar el puente y detonar tus huellas, tan sólo daría la espalda y volvería a mirar el suelo, a pensar que otra vez la hoja del amor rompió gravedad... y a esperar...
No veo a la ciudad negra: veo contrastes de colores, grises que se mudan con cautela al blanco y que de pronto, viran al negro por sostener el amarillo, un color y una distorsión que la tele se arrodilla por afirmar.
Me pregunto qué es lo que une a un hombre y a una mujer en medio de tanta libertad, en medio de tanta multitud y en el centro de tanta soledad. Si vos tan estrella, con esa sonrisa que aplasta un pulmón, con ese gesto que ahuyenta y confunde a una plaga de deseos vulgares, con tantos lobos cercando tu paso y yo, tan curioso, con un pañuelo en el bolsillo custodeando el azar, con tantas dudas, con tantas brisas, con tantas heridas que no ensucian mi utopía.
¿Qué hacés vos mirando con mis lentes el patio de un café y estallando en carcajadas?, ¿qué hacés vos, muñequita de sol, guardando secretos en tu boca, mostrándome los rostros tallados en tu propiedad, abriendo y cerrando la tapa del celular cuando te miro?.
¿Qué hago yo jurándote un futuro, sin siquiera haber llenado tu alma?, ¿por qué?, ¿por qué sólo quiero guardar silencio y poco me importa aquello que siga después de tu cuello?. ¿Por qué te repito y te reinvento cruzando la calle, sabiendo que sos vos aún sin serlo, y me invento rutinas fantasmas con tal de que mueras saboreando mi espalda?
Ahorrame tantas charlas inútiles frente al espejo y decime si llamando a tu oído, por fín te encuentro, si me puedo quedar paradito en tu recuerdo. Si te mimo, si te abrazo, si te cuido... puedo jugar también al payaso.
Shhh... no digas nada, que las palabras rompen el hechizo.
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