miércoles, 8 de junio de 2011

Hace rato que vengo lidiando con muertos

("Me dió por serte fiel
aunque te importe poco")

No me sale el verbo amar.
Pienso decirle a las estrellas
que no puedo intentar sucumbir ante un fracaso.
Estas cuatro paredes
que salen a cubrir
minuciosamente
mis frascos de sol.

¿Cómo alguien puede venir a llover en mi tumba
la carta del error prohibida,
y tratar de endurecer con abrigos
una cosa más salvaje y furiosa
que estas manchas de olvido y sabor
han dejado pendientes sobre el teclado?;
un ruido a mortaja errada y herida
y una pausa de amores y vinagres
entre las ramas del placer
me quedan soplando los oídos.
No quiero empezar.
Otra vez el sentido
otra vez se dice No!.

No sé cuantas horas he pasado
diciendole al espejo
que ya no hay lugar para madres.
Aquí no hay ningún tipo de molestia
que pueda hacer de mí
-o de tus curvas-
un lento y delicado vapor de alcobas,
ni hay en mis entrañas
o en tus oidos,
las reglas que condicionan
y normativizan
un caso mullido y errante,
fatídico y letal,
de engaños y majaderias.

Cada quién sabe muy bien
sobre qué amuleto iremos a llorar
las últimas verdades:
hay quienes prefieren el sexo violento y audaz,
hay quienes deciden dejar a un costado del auto
las premisas cargadas con balas de sal.
Yo creo que estoy pensando
más en hacerme un disfraz de vampiro
y salir a putear a los dictadores.
Creo que así podría
llegar a causarle gracia a tu soledad
al menos,
o tal vez me asalten en vías de extinción
y quede tropezando
sin saber marear al olvido
como trompo por tus piernas.

Hoy la tarde me trajo un barril de tus mejillas,
y sepa o no nadar entre almejas,
me quedo pensando
que lindo es tu recuerdo
que bello es el fracaso
que sucio es el adiós.

Miraflores

Paso advertido en la estatua del miedo
cuatro segundos de risas y grises
agrietados por la seca turbina del féretro.
Me veo plagando de moscas
este ocaso siniestro
y estúpido,
como quien busca en las lauchas
un pedazo de brusco alarido,
mordiendo las cienes del ruido,
helando las butacas,
sesgando en objetos de mármol
cada caricia pulida
por este entrañable ser
llamado venganza.

Ahora no se puede entrar por las ventanas
creyendo ser cometa:
sobran espacios demasiados
como para hacer de una sola vuelta
un cuento de hadas,
una mala rima mintiendo al verano,
las 20 cucharadas de ampollas
que has sabido despegar
vestida y desnuda
sobre el lento zigzagear de los recuerdos.

Cobro llamadas en espera,
aprieto el reloj como un duende
marchito y manipulo tu nombre,
ese engominado collar que cuelga de tu pecho,
tu ingeniosa suerte,
mi profundo mirar,
la puñalada del verso,
el abismo del quizás;
soy una piedra buscando refugio
en la cofradía del humo viviente,
soy una escarapela en la nada
un capricho de hojas
un cineaste del ser.
Soy la mano que llega después del olvido
y a tu exhilio
le pongo las llaves del sueño,
y muero atrapado en la sal
que deja tu cuerpo dormido
sobre un lecho privado de augurios,
algarabíos,
y alcohol.

Soy, a pesar de todo
un marino buscando montañas
capaces de hacer con mis silencios
un juego mítico y salvaje
donde aparquen sus almas.
Soy todas esas almas
(y algunas más)
buscando maravillas en las sierras,
sobre el secreto,
bajo soles de alcanfor
y borrones de licor.

A veces suelo gritarte a gritos
y sospecho que me han visto
vestir a tus noches
con trajes de lino.

Cada promesa es un viaje sin curvas al infinito.
Hoy me siento carroña,
y no me sale,
-aún-
la palabra dolor.

domingo, 20 de marzo de 2011

Fastidios

¿Por qué me asesoran los sismos
las cuatro vueltas que doy en versillos
alrededor de tus labios?

¿Por qué me siento
tan ruido de muelles
golpeando en mis cienes
y en tu recuerdo?

¿Por qué la tarde baja en veredas,
la noche muere en tus manos
y el Lunes me acorrala los huesos?

¿Por qué te siento tan cerca del cielo
como yo del infierno?

¿Por qué...?
¿Por qué...?

¿Por qué hoy que huelo a fracaso
me quito las manchas de aceite
sobre el lavabo,
y te veo entre dormida
sobre un cáctus de fuego
helado por el tiempo
y la ambición?

¿Por qué no hay escuela
capaz de enseñarme barreras
que atrapen tus ruidos,
mi tiempo
y tus ganas?

¿Por qué te has vuelto
el emisario maldito del tren
que llegaba a tus espaldas
bajaba por tus rodillas,
hacía eco en tus medidas
salvando de todas las edades
los cinco sentidos que abrazaban tus sueños
y a mí me ponían la sangre en remojo
para fluir al son de la avaricia?

¿Por qué hoy que siento al fusil
disparar sobre mojado
me veo más viejo que ayer,
luchando en tu esencia,
crispando tus cartas,
firmando mi adiós...?

¿Será que Noviembre tiene gusto a café?
¿Será que hemos sido dos fugas hirientes
de gas y sistemas?
¿Será que hemos luchado
por ser invencibles
y nos han sorprendido
vendiendo estampitas en las colmenas?

No puedo más que decirte
(aún en zapatillas)
que las caricias no caben en estos agujeros,
que los "te siento" tienen forma de vasija
(tan frágiles y sin señuelos),
que las masas de hombres y mujeres
que han visto morir aquellos inviernos
en tardes de Abril
-o en fuegos de Octubre-
hoy vagan felices y hambrientos
por las calles de la memoria,
como la mía,
como la del sueño mismo,
triste y vacío,
que ha sabido traer excesos y corduras
a la misión del olvido,
a las paredes de huranio
a los demonios del juego
a los colmillos de Adán.

Las calles se abren al son de la siesta,
los autos se mojan la cara
buscando refugio del viento,
y este verano sin luces
me viene a contar al oído
que a veces
pero sólo, a veces,
unas cuantas palomas descienden en tu parque
a comer de mis entrañas
y asesinan los ríos,
las llaves,
los santos relicarios,
el después...

Tal vez los diarios publiquen
una nota que sea macisa y errante.
Es probable que sepa llegar a la cima del caos
moviendo los estantes que sostienen tu tiempo.
La vida no es más que tiempos
divididos en grandes mitades:
los hay felices,
los hay amargos,
los hay curiosos,
los hay traumáticos,
los hay odiosos,
los hay ínfimos, pobres y también
los hay mejores y secretos,
dormidos pero despiertos,
prudentes y enfermos.
"Los hay de todos los colores"
y yo vengo a formar parte
de esa codicia de vuelos y abrazos
que subsiste callada y dolida
detrás de las bocas del tiempo.

Hay una sóla ventana que da a tus mañanas.
Hoy la tarea está hecha.
A la vuelta del siglo
los sicarios me palpan la espalda
y no tengo excusas para seguir diciendo que no
a sus amables venganzas.

lunes, 28 de febrero de 2011

Pido a gritos un nombre

Pesando las alas del cielo,
me encontré hurgando
un sin fín de viles estrellas,
pasivas,
macabras,
alusivas al reino del sueño,
del susto,
del ayer...

Aquí hay una caja de fósforos
abierta de par en par
sobre el trayecto del paso obligado
por la esquina de tus ruinas,
(y de las mías),
hay una bolsa de estrellas
parafraseando al miedo
y tus "mientras"
acicalando el loco abismo del mar.

Los veo a todos
mordiéndose los dientes,
llevandóse el pelo a la boca,
las uñas al piso,
el orgullo a la basura.
Los veo aumentando el pulso,
rumeando los pueblos,
martillando los cinco claveles oxidados:
dos menos uno
serán promesa.

Yo sé que no puedo acercar un verso
a esos quince crepúsculos dorados
que custodian tu mal:
juro que de poder,
haría un sismo de plata
en las verdes retinas
que ocultan tu entierro.
Aquí y allá todo es relativo:
las causas,
los cuentos,
los días de alquitrán.

Yo sé,

que no puedo
,ahora,
llevarte de paso
a las camas absurdas que rocían el sol
Sé que no puedo
más que herir el alma
de las vírgencitas apresadas aquí:
hay muchas loables mentiras
muchos cruceros de risas,
muchos de esos callados volcanes
estallando en la cripta
de otro volcán.

Son tantos los muertos que acuden a mi entierro...
No creo ser el único capaz
de sortear los números del alma
a las puertas del "¿te irás?".

Mientras las lluvias abrazan tu nombre
yo sigo apresando recuerdos:
me quedan menos cuerdas que ayer.
Hoy son delgadas,
finitas,
volubles.
Todas tienen aires de grandeza,
se escudan en el tiempo
en las trampas que deja la belleza,
la que te come,
la que te envidia,
la que te asfixia.

Me quedo con el cuello del ficus
que heriste en la correa,
la del viejo suicida,
y el loco maniatando rubores.

Te amo:
de ser,
será...

miércoles, 2 de febrero de 2011

Manifiesto...

Pero por qué no te vas a la re calcada concha de tu reputisima madre, hija de re mil putas, y que todos los putos fantasmas se lleven tu reputisima suerte a la re conchisima de tu madre que te re mil parió, hija de puta.
Ojalá que tu alma no vuelva a ser jamás dueña de un puto sueño porque sos una puta de mierda, una conchuda y una enferma mental insoportable.
Ojalá te mueras hija de puta, conchuda de mierda.
Nada te da derecho a haberme tratado como me trataste ni a cagarte en mí de la forma que lo hiciste.
Te maldigo aún con todos los ángeles y demonios de mi lado..
Así viviste y así te vas a morir
La concha de tu madre..

viernes, 17 de diciembre de 2010

Versaciones

Es la ira,
la ira lo que entierra y envenena
esos vidrios cortados por el peso.
Es la ira la que rompe todos sus cuerpos,
la que incorpora sus miembros
en sacos de mármol y sudor.

Camina (a veces)
con lentos subordinados
y otras veces,
con un sueño de soles en los ojos,
y ella le derriba todos sus bosques...
con sólo voltear y respetar.

Lo come el suceso,
lo amortajan las ganas:
planea escribir las paredes
con tizas de hielo,
hacer grandes círculos
y borrones de asco sobre el costal.
Planea tomarla del cuello
y quitarle poco a poco
sus pobres intentos de beso.
Planea arrojarla al lugar más obscuro de su enfermedad
y ubicarla allí
en tiempo y espacio.

No quiere más silencio
ni quiere más sorpresa.
No busca reintegros
ni escuelas del decir:
el sólo quiere su vuelo,
su pasaje en versos al ciclo del "estará",
a la forma delicada y capciosa
de decir "ya no más...".

Mete rueda y malezas
y vuelve al mismo centro privado del amor.
De allí sólo sale en casos divinos,
y piensa en los días privados de ser.
Nada tiene sentido en ese furgón:
todo es promesa de fiestas
y alagarabías
de este cancerígeno dolor.

Chupa y chupa los frutos
de la bestia creada por el sudor.
No hay líneas en el frente
no hay presos en las celdas
no hay cura en la prisión.
Todo es burbuja en reviente
y sigue adormeciendo las uñas
otras manos en Lunes de misión.

"Sé es en la tierra,
se muere en el dolor..."

viernes, 19 de noviembre de 2010

Todavía

Todavía me sacuden las perillas del verso:
intento establecer
pasillos y caminos de fuego,
labrar tempestades,
y sólo me encuentro
con mi rostro entre cejas.

Yo no sé si serás
un astro versátil y locuaz,
un camino de sal
o un simposio de cuentos voraces.
Lo cierto es que
todavía,
las uñas me trepan la voz
y a veces no puedo,
simplemente,
darme el lujo de cercarme en prisión.

Voy para abajo,
te atiendo entre líneas,
me llamo a morir.
Me miro al espejo:
lo noto cansado
y aburrido.
Me cuenta su precio
y su lealtad.
Le exijo un diamante,
lo veo en llamas, atónito,
corroído por las llaves,
excusado del pasar,
arrancándose el cuello a gritos
y la sangre a la luz.
Lo veo, sangrar en silencio.
Lo escucho puteando al demonio
sacando las luces prohibidas,
corriendo por el surco del disfraz.

Todavía acomodo los platos
y volteo un vaso sobre el hombro.
Los seco como quien seca su sombra
y les digo que son prontos herederos del tiempo.
Vacilan zurciendo las tazas
los discos de Agamenón.

Hay un tesoro debajo del borde.
Lo rodeo con las yemas
y le espanto el temor.
Me seco las muñecas,
me envuelvo en sudor...

Toda la vida fuí un príncipe de barro
y hoy,
las antorchas me saben amargas
y el puñado de risas y matemas
son sólo un sillón de vinos
una coronita de espalda
en los andamios de mi corazón.