Cuando no sirve reir
Dicen que el pésimo rasguño de soledad puede llegar a dominar entre cerdos y montañas, que hay más consuelo en llamar a un ángel con piel de roca que escupir a un ciego desde cuatro pisos de altura...
Dicen que las llamas queman si las muerdes, que el reloj camina si tropiezas...
Dicen también que los oídos fueron hechos para distraer la vista, que el amor fue la venganza de un demonio y el sexo el medio para esclavizar la vida. Dicen que fuimos hechos para pisar hormigas, que hay un mañana en un minuto, que los árboles lloran, las cartas son inviolables y la televisión la entrada al infierno...
Dicen y dicen... dicen que piensan y hablan, dicen que escuchan y callan... dicen y dicen.
Dicen que eramos hombrecitos de barro corriendo por las nubes, que rompíamos espejos para esperar la condena y que íbamos a ser la salvación del qué dirán...
De tantos dichos han quedado los libros que ríen de realidad, niños que creen en la navidad, ancianos que anuncian el armagedón, maestras que asesinan utopías y mujeres que secuestran con miradas.
Hay una lista interminable de palabras depuradas y otras que sirven para aplastar baldosas...
Aún creo en las lágrimas y en los párpados abiertos.
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